Primero fué un autito LandRover a escala 1:24, luego la posta ha sido seguida por varios juguetitos de plástico (especialmente animalitos) ansiosos por recorrer el Perú :D

viernes, noviembre 28, 2008

Valle del Mantaro - Jauja (20-23 de Noviembre)

Salida organizada por Brunotrek Expeditions y narrada por el Autito que todos aman :D :D (bueno, Bruno ♥ ha confesado gustarle mucho):

El punto de reunión fue el Miércoles 19 a las diez y media de la noche. Con nosotros estuvieron Erika y Anabella, webmistress de Sin Gluten Perú.

El bus partió a las once de la noche y pasamos por:
12:50 am: Corcona (nos detuvimos bastante tiempo en el peaje)
2:30 am: Chicla
5:40 am: Jauja

Ya allí nos esperaba Tomás con su couster para llevarnos a su hospedaje. Éste es su misma casa, y la comida la prepara su esposa y su mamá. Aquí teníamos televisión por cable y una computadora para descargar las fotos de la cámara (lo malo es que mi dueña se olvidó el cable).

Recién está empezando la época de lluvias en Jauja. Éstas ocurren generalmente en la tarde y en la noche, mientras que en la mañana, y en especial al mediodía, está muy soleado.

Jauja es una ciudad pequeña, tranquila, silenciosa, muy diferente de la activa Huancayo. El valle del Mantaro posee hermosos paisajes y un cielo azul. Vale la pena alejarse de los centros urbanos e ir a explorar :)

Después de desayunar, fuimos al convento de Ocopa, a media hora en carro desde el hospedaje. Estuvimos allá a las diez de la mañana. No pudimos entrar inmediatamente ya que hay horas para las visitas guiadas, y la siguiente era a las once. La entrada está a cinco soles.

Hay fotos del viaje akí


Photobucket

Se supone que no está permitido que los autos lleguen hasta esta parte, yo pude colarme :)


Mientras esperábamos, entramos a la iglesia que está al costado. No había absolutamente nadie. Pudimos ir hasta el altar y descubrir que había una alfombra con motivos Mochicas allí donde se coloca el sacerdote para hacer la misa. Esto es curioso: una alfombra con dibujos paganos en una iglesia cristiana.

Lo malo de Ocopa es que no permiten entrar con cámaras. Mochilas, celulares y alimentos también están prohibidos. La oposición a las fotografías es por temor a que alguien use las fotos como inventario de las cosas que hay dentro del convento para robarlas después (sí, esto ya ha pasado).

Aparte de las antiguas pinturas, la vida y obras de los sacerdotes Franciscanos, hay dos cosas destacables: La reconstrucción de una de las austeras celdas que usaban los monjes siglos atrás y, en la parte alta de una de las escaleras, un impresionante Cristo Crucificado. Está tallado de tal manera, y tan cubierto de sangre, que parece sacado de una película de terror de los años setenta.

Otra cosa digna de mencionar es su impresionante biblioteca, con libros tan antiguos que, a pesar de estar escritos en español, son casi imposibles de entender. Hubo una época en que el español no tenía ortografía, y muchas palabras se escribían juntas, casi como el alemán.

Después de visitar Ocopa fuimos a la piscigranja de Ingenio, donde se crían truchas para comer. Algunas de ellas escapan de las pozas y acaban en la pequeña laguna y los riachuelos cerca a los restaurantes. En una de las pozas, pudimos ver a las truchas saltando, intentando ascender por donde el agua caía, formando un simulacro de cascada.
En la piscigranja también se puede adquirir miel, jalea real y licor de miel.

Durante el almuerzo el cielo se tapó y llovió un poco. Después de almorzar fuimos a visitar La Virgen de Concepción, que mide más de veinte metros de altura. Tuvimos suerte, no había gente. Bruno cuenta que otros días el lugar está lleno.



Photobucket

Vista desde la base de la Virgen.


La ruta que tomamos para ir a La Virgen pasaba por la heladería de la Universidad Privada los Andes en la provincia de Concepción. Cada helado cuesta un sol y aún conservan el sabor a leche. Aquí también venden yogurt y queso.


Viernes 21:

A las ocho de la mañana dejamos el hospedaje y, en la couster de Tomás, tomamos rumbo a las ruinas de Tunanmarca, a una hora de distancia. Tomás nos acercó lo más posible a las ruinas gracias a que el camino no estaba embarrado. Existe una vereda de piedra que asciende por el cerro y que lleva a un pequeño mirador, pero para ir a las ruinas hay que subir un poquito más.

Tunanmarca data de la época preinca y se ubica en el distrito de Tunanmarca, en la provincia de Jauja.


Photobucket

Contemplando Tunanmarca


Tunanmarca es, o era, un complejo arqueológico inmenso, de varias hectáreas de extensión. Está bastante deteriorado porque los campesinos sacan piedras para hacer chacras y tienden a quemar el suelo para que crezcan pastos para las vacas. pero hay partes que aún han sobrevivido al descuido y al maltrato, y están mejor conservadas. Hay chulpas que aún se mantienen enteras, incluso con sus entradas.

Después tomamos camino a Shutuymarca, otro complejo arqueológico mejor conservado que Tunanmarca.
Desde donde Tomás dejó la couster, en el pueblo de Sacas Malacate al mediodía, fueron más de dos horas para llegar a las ruinas, ascendiendo un cerro, con una pendiente no muy pronunciada. Fue una caminata fácil y bonita.
Aquí se encuentran varias chulpas en buen estado, e incluso una, de dos pisos, en donde aún se realizan rituales chamánicos (encontramos restos de cigarrillos).

Dominando Shutuymarca, está un cerro de roca que sirve como mirador natural. No es difícil trepar allí, sólo meterse entre las plantas y apoyarse bien para ascender entre las rocas. Desde allí se puede apreciar todo Shutuymarca, y ver las formas circulares de sus construcciones.



Photobucket

Este es el bonito cielo que nos acompañó ese día.

El regreso desde Shutuymarca sólo nos llevó algo más de hora y media. En el camino nos encontramos con gente se arriaba sus burros y sus cerdos. Como dijera Yelinna "Es la primera vez que veo un pastor de chanchitos".

Es época de siembra y por todos lados hay campesinos abriendo los surcos (ya sea con arados o tractores) para luego empezar a sembrar.
En el valle del Mantaro hay chacras de papa (se reconocen por sus flores moradas), alcachofas (ya era época de cosecharlas), maiz, trigo y habas (recién asomando de la tierra).

En Hualhuas, donde están los telidos artesanales, nos encontramos con que en la casa donde se vendían tenían a una llama bebé como mascota. Contaba la señora que la mamá había muerto, y como los campesinos no podían mantenerla, se la dieron a ellos. Dijo que se le debe dar leche cada dos horas, como a un bebé.


Sábado 22:

Este día salimos del hospedaje un poquito más tarde, a las nueve de la mañana. Íbamos a tomar el camino que une Jauja con Malca, el cual pasa por un acantilado desde donde se ven Los Cañoncillos.


Photobucket

Helos aquí, los cañoncillos.


En realidad éstos no tienen nombre, así los ha bautizado Bruno. No son de roca, sino de tierra, y estas formas resultan de la erosión del viento y la lluvia.

Observando los cañoncillos, cerca del borde, vimos gente que salía de una pequeña caverna, en donde vivían, eran verdaderos cavernícolas del siglo XXI!

Después de salir de Los Cañoncillos (como es una quebrada estrecha hace más calor allí dentro) tomamos rumbo a la laguna de Paca, pasando por las ruinas a las que Bruno y Tomás han bautizado como La Calle, porque es una hilera de casas pre-inca desde donde se ve la laguna.

Paca puede considerarse como una versión en chiquito del Titicaca por una razón: también tiene islas flotantes, pero en Paca éstas están pegadas a la orilla, donde están los restaurantes, y a diferencia de las islas de los Uros, las de Paca no necesitan mantenimiento. Una vez que están allí, con pastito verde encima, sólo se les ponen las sillas y las mesas. Cuando el agua se agita, se siente cómo se mueven las islas, cuyo suelo es húmedo y algo esponjoso.

La comida más disponible para turistas en Jauja es la trucha, preparada frita o en ceviche. En la carta ponen que se puede pedir a la parilla, pero también es trucha frita.

De regreso pasamos por la campiña del río Yacus. Es hermosa al atardecer. Nos detuvimos en San Pedro de Chunán donde es notable su plaza con enormes sombreros que dan sombra a las bancas. Además cada farola tiene su sombrerito también. Pasamos por Acolla, Yauli, Huala, Pancan y Huasquicha.

Erika y Anabella regresaron a Lima esa noche pues necesitaban descansar el domingo para poder ponerse a trabajar el lunes.


Domingo 23:

Salimos del hospedaje con Tomás muy temprano y nos reunimos con Jaime, con quien iríamos a las ruians de los Walis. En Jauja se toman station wagons que lleven al pueblo de Tragadero, cerca a Tragadero, el lugar donde el suelo absorbe el agua y forma una laguna con un totoral adentro a donde van a pastar las vacas, y a donde suelen quedarse dos o tres días inclusive porque allí dentro no hace tanto frío.
Luego de una breve caminata subiendo un cerro, llegamos a las ruinas. No están en buen estado ya que gran parte de las piedras que una vez fueron los muros se han usado para hacer chacras. Pero hay unas pocas chulpas y parte de la escalera original, así como el camino, que se han conservado.

Más fotos hay akí.

La provincia de Jauja es un gran jardín botánico natural. Recién empiezan las lluvias y ya existen multitud de hierbas y flores, muchas de las que se usan en medicina popular. Yelinna hizo una pequeña recopilación de las plantas con las que se toparon y sobre las que iba preguntando a Jaime, se puede leer en esta página.

Desde las ruinas tomamos rumbo al pueblo de Marco donde tomamos transporte a Jauja. Llegamos allá alrededor de las dos de la tarde. Eso daba tiempo de ir a la feria que se hace todos los domingos en Jauja y ocupa varias cuadras donde se vende de todo: ropa, comida, algunas artesanías, sombreros... recuerda a cómo eran los mercados informales en Lima hace varios años.

La plaza de Jauja se ve más animada en domingo. pero la mayor ventaja de esta ciudad es que, siendo tan pequeña, es posible salir al campo caminando unas pocas cuadras.

Como el bus de regreso salía tarde de noche, hubo tiempo para descansar el resto del día. Tomás nos regaló pan de maíz que había hecho en su panadería para Anabella.

El bus a Lima salió a las once de la noche, y ya de regreso toma menos de seis horas el trayecto de Jauja a Lima. Por ejemplo, a medianoche ya estábamos por La Oroya.


2 comentarios:

Blue Fairy meets Gepetto dijo...

que detallado el relato, me parecio estar ahi mientras lo contabas. en algunas iglesias aca te hacen sacar el flash de la camara al igual que en los museos y en otros como lo que contas, no puede sacarse directamente fotos. saludos!

Anónimo dijo...

Jauja contiene ciudadelas preincaicas que si estuvieran reconstruidas y libres de malezas (hierbas) despertaría un grna interes turistico