Primero fué un autito LandRover a escala 1:24, luego la posta ha sido seguida por varios juguetitos de plástico (especialmente animalitos) ansiosos por recorrer el Perú :D

domingo, mayo 21, 2006

Para ustedes será sólo una mesa con partes de computadoras...


Pero para mí es como conducir por la Ciudad del Futuro



;)

domingo, mayo 14, 2006

Ruta de las Cascadas: Huanano - Palacala (domingo 7 de Mayo)

Salida organizada por el Grupo Wayra.

San Jerónimo de Surco es un pueblito que queda a una hora de Chosica siguiendo la carretera central (km 67) en la provincia de Huarochirí, departamento de Lima. Partimos de la puerta del Museo de Arte a las ocho de la mañana y llegamos al parque Echenique en Chosica a eso de las nueve y cuarto. Tuvimos unos minutos para desayunar y comprar algo de comida para la caminata. A eso de las diez y media ya estábamos en Santiago de Surco.
Allí nos encontramos con un heladero que ya era conocido por la gente de Wayra y nos acompañó todo el camino hacia Palacala (clientela asegurada ¡Qué mas podía querer! en esta época del año hace mucho calor por aquí) .

Primero hicimos la ruta hacia la Cascada Huanano, a una media hora de camianta. El camino para por las ruinas de Huanano, las cuales datan de tiempos pre-incas y pertenecieron a la cultura Warpa, la que floreció en Ayacucho y llegó hasta esta zona.
Las ruinas son varias cuevas pequeñas parecidas a conejeras, pero las que fueron usadas como casas, también hay algunos pequeños corrales de cuyes, difíciles de distinguir de las viviendas. A unos pasos y subiendo una colina, está una pequeña cueva más alta que las otras. Su posición privilegiada indica que allí habitó el jefe de la comunidad.

En la cascada Huanano hay un pequeño mirador que en ese momento era usado como refugio por unos campistas. Llegar hasta aquí es tan fácil que se considera un paseo. El verdadero trekking empieza al subir hacia Palacala, a unas dos o tres horas de caminata subiendo la montaña.
A pesar de que no estábamos muy alto (San Jerónimo de Surco está a poco menos de 2000 msnm y Huanano apenas un poco más arriba) la pendiente es bastante pronunciada, cuando llegamos hasta la casa de un campesino (también viejo conocido de los "wayritas" gracias a una repartición de regalos en la navidad pasada) se hizo un alto de media hora para descansar.
Debido al calor abundan los insectos y encontramos bichos de todo tipo, incluyendo unas moscas grandes, de manchas blancas, zumbonas y de las que se dice chupan la sangre. El camino está bordeado de toda clase de plantas, incluyendo árboles de manzanas y arbustos de ortigas, varios fueron los que sufrieron las consecuencias de tocar sus hojas por accidente.


Qué hermosa vista :)

A la cascada de Palacala llegamos alrededor de las tres de la tarde. A diferencia de Songos, donde el agua es fría pero soportable, el agua de Palacala es tan helada que nadie osó entrar a bañarse... excepto Chicho, lo suficientemente valiente como para soportar el agua helada, según dicen de deshielo a muchos kilómetros de aquí.

El descanso duró un poco más de una hora. Entonces el grupo se dividió entre aquellos que ya deseaban regresar al pueblo (nuestro heladero había partido un poco antes) y los que querían subir hasta las ruinas de Plaza (también conocidas como Chingana), llamadas así porque formaban una plaza en la cima de un cerro. Los guías y la gente ya estaban subiendo cuando mi dueña aún no había terminado de acomodar sus cosas y tuvo que seguirlos corriendo, por ello se quedó atrás, siempre al lado de otro rezagado: Miguel, por temor a perderse. Por este detalle muchos pensaron que ella sería la última que ascendía hacia Plaza, pero luego supimos que Luz venía aún más atrás, quien tomó un camino equivocado y siguió un sendero que moría junto a un abismo.

El camino a Plaza dura apenas media hora pero es agotador por la pendiente que hay que trepar (unos sesenta grados) y especialmente porque los guías eran reacios a detenerse. Casi no hay sendero, éste se pierde entre la vegetación (y las ortigas).

Llegamos a Plaza ya avanzada la tarde para encontrarnos en que casi ya no hay ruinas, han sido quitadas para hacer cercos por lso campesinos y ahora todo eso son chacras de papa. Nos contaban que antes incluso habían chulpas (construcciones de forma cilíndrica) pero ahora no queda gran cosa, incluso lo poco que queda està medio escondido entre las plantas.

En Plaza apenas permanecimos unos minutos pues ya era tarde. Bajamos a Palacala cuidando de que la gente no se cayera (Yelinna es experta en perder el equilibrio, cosa que quedó demostrada al tropezarse y caerse en la chacra de papas). Ya bajando nos encontramos con Luz, quien no está bien de una rodilla y nos contó que se había perdido. Aún es un misterio para mí el cómo los guías (Qilmer y Erica) podían seguir un camino que prácticamente no se ve.

Ya caía la noche cuando tomamos el otro camino que une Palacala con el pueblo, el cual no pasa por Huanano. Yelinna iba con Miguel, pues el grupo se dividió y ella ya no sabía quién iba delante y quién detrás. Por allí nos eocontramos con un poblador ya mayor, quien rápidamente nos adelantó sin antes dejarnos de contar sobre los pumas que habitan en las lejanas cumbres de las montañas y a los cuales es más fácil encontrar en los meses de Dieiemrbe o Enero por esta zona y los zorros que matan a los cabritos. Nos contó de su perro que se lo había comprado en Matucana y que había matado a un zorro permitiéndole a su dueño aprovechar la piel. También contó que cada clase de puma (amarillos, grises o rojos) se alimentan de una sola clase de animales: así el puma que come vacas no ataca a las cabras o a las llamas. También contó que no suelen atacar a la gente a menos que sean hembras con sus crías,y estos encuentros tampoco son frecuentes. Aún así él llegó a toparse con un puma que lo dejó helado de miedo, felizmente el animal decidió retirarse. En realidad esto es algo que hemos notado en todas nuestras salidas: los animales tienden a huir apenas notan la presencia de seres humanos. Lo más cerca que ha estado mi dueña de ver un animal interesante fué cuando escuchó a algo pequeño correr entre las plantas en la selva de Satipo y también una noche a la orilla del Tambo, pero apenas ella quiso acercarse, el animalito había desaparecido.

Debido a la oscuridad el trayecto se hizo infinitamente largo, y ya era totalmente de noche cuando alzanzamos a ver las luces del pueblo desde lo alto, y aún faltaba bastante para descender. Felizmente era luna llena y es preferible la penumra a la oscuridad total. Es bonito el camino iluminado por la luz de la luna después de todo... aunqe Yelinna sí llegó a necesitar de su linterna para no seguir tropezándose.

Eran las siete de la noche cuando llegamos a San jerónimo de Surco. los que no fueron a Plaza nos estuvieron esperando todo ese tiempo y la couster que nos llevaría de regreso estaba a punto de partir... y repleta de gente. Aquí Luz nos contó de su aventura por el camino equivocado.

Las fotos están akí :)

Felizmente no tuvimos que hacer todo el camino de vuelta hasta Lima: pasamos la noche en la casa de Chaclacayo, con la abuela :)