Primero fué un autito LandRover a escala 1:24, luego la posta ha sido seguida por varios juguetitos de plástico (especialmente animalitos) ansiosos por recorrer el Perú :D

miércoles, enero 17, 2007

14 de Enero: Callahuanca - San Mateo de Otao - Canchacalla

El sábado 13 nos reunimos con la gente de Aire Puro en el parque Echenique de Chosica a las 7:00 pm (son increíblemente puntuales) y a eso de las 7:30 salimos rumbo a Callahuanca, pueblito que está a una altura de 1700 msnm y a poco más de una hora de Chosica. Allá venden el kilo de chirimoyas a siete soles, pues es justamente por donde está Callahuanca donde se cultivan las chirimoyas. El boleto del micro que nos llevó les hacía propaganda, al igual que a la palta fuerte.

En Callahuanca pasamos la noche. Mi dueña compartió cuarto con Auraluz, quién también estuvo para la repartición de regalos en Chocna el diciembre pasado.
La gente aprovechó para cenar o tomar algo ligero en El Club de Madres de Callahuanca, el cual aún tenía puestos los adornos de Navidad ;)
No hace frío en Callahuanca, incluso durante la noche hizo un poco de calor. Y en la madrugada tampoco se sentía frío.

Luego de desayunar lo que se pudo, salimos de Callahuanca poco antes de las 6:30 de la mañana. Había una neblina impresionante, basta ver las fotos.
Pero una hora de caminata bastó para colocarnos por encima de las nubes. Allá arriba está muy, pero muy, soleado, mientras que las nubes que se amontonan entre las montañas dan la impresión de ser un océano espumoso y tranquilo, que invita a arrojarse (cosa que definitivamente no hicimos!!).


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Aquí, contemplando el Mar de Nubes

La pendiente del camino se dejaba sentir. A una altura determinada (por encima de los 2000 msnm) ya es zona ganadera, y la gente se dedica a criar cabras y vacas. Aún estábamos apenas por encima de las nubes cuando encontramos una casita con su respectivo corral donde vendían queso de cabra.
Ya dejando atrás el límite de las nubes, encontramos a las vacas. En esta parte abundan los escarabajos que se dedican a limpiar el estiércol del ganado. Vimos muchos de ellos, incluso pasaban volando a nuestro lado.
A eso del mediodía se hizo una parada para comer y descansar, cerca a una casa rodeada de vaquitas, vaquitas con sus terneros, y uno que otro toro. Allí venden queso y la gente aprovechó para comprar y comerlo con las galletas de soda y el pan que habían llevado. Yelinna prefirió acabarse la lata de atún a la provenzal que llevaba consigo, pues, debió admitirlo, no es muy aficionada al queso.
Ya en el límite de los 3000 msnm el camino atravieza un bosque de cactus. Ya a partir de los 2500 metros ya se oía a los caminantes decir que ya se sentía la falta de aire.

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No, no son cactus gigantes

San Mateo de Otao es un pequeño pueblito ubicado a unos 3500 msnm y el punto más alto del recorrido. Llegamos allá a eso de las 2 de la tarde. El pueblo parecía desierto, el sol empezaba a ocultarse y la neblina se extendía por el campo. Antes que el grupo lo notara, ya tenía alrededor a todos los perros del pubelo, pues están acostumbrados a que los visitantes les den comida (esta vez tampoco les falló). Incluso había un cachorro que Yellinna encontró adorable y al que abrazó como a un osito de peluche :)

Hacia Canchacalla el camino es ya de bajada. Salimos de San Mateo de Otao a las 3 de la tarde, en medio de la neblina. La mayor parte del trayecto ésta se hizo tan espesa que, donde debían estar las montañas, no se veía nada. Por el sendero, unos metros más adelante, ya la visibilidad aumentaba bastante. Quienes iban delante debían detenerse y esperar a los de atrás, pues contacto visual no había. La niebla es tan engañosa que, en un momento, parecía que el camino estaba al lado de un abismo inmenso, entonces la niebla se disipó un poco y se vió en el fondo lo que parecían vacas gigantes, tuvieron que pasar varios segundos hasta que se notara que en realidad el "abismo" no tendría más de cuatro metros de profundidad y las vacas estaban pastando muy cerca :0
Sin poder ver casi nada, el camino se hacía infinitamente largo. Lo que parecía media hora de caminata en realidad eran diez minutos, ya se sabía de antemano que no veríamos Canchacalla hasta que nos chocáramos con la primera casa.
Más o menos así fué, Canchacalla surgió de entre la neblina, pareciendo ser un pueblo más pequeño de lo que es en realidad. Eran las 4:30 de la tarde y nos dijeron que el micro de regreso a Chosica había salido media hora antes. Sólo quedaba esperar el de las seis de la tarde, el cual no era seguro si saldría, a menos que hubiera suficiente gente (¿19 personas no es suficiente gente?). Richi (el guía) después de mucho deliberar y discutir, logró convencer a un camionero a que nos llevara hasta la carretera, pero a los pocos minutos de estar viajando en el camión (Paul se había cogido el mejor lugar: en la tolva) nos cruzamos con el micro que venía de Chosica. Después de otra deliberación y otro acuerdo, el chofer del micro resolvió llevarnos a Chosica, pero no sin antes ir de regreso a Canchacalla, a dejar a la gente que llevaba.
Así que ya eran casi las seis de la tarde cuando pudimos iniciar el viaje de regreso a Chosica, a donde llegamos después de las siete de la noche.
Allá el grupo se dividió ya que algunos preferían regresar a sus casas, pero otros quisieron ir a tomar un caldito antes de regresar a Lima.
Mi dueña se trajo consigo, recuerdo de las alturas, una quemada por el sol que da la impresión que se hubera ido a la playa, a pesar del protector solar y el sombrero.
Se cumplió lo que le dijeron:
"Aquí no está el smog de Lima para protegerte del sol".
¡Es verdad!

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