Primero fué un autito LandRover a escala 1:24, luego la posta ha sido seguida por varios juguetitos de plástico (especialmente animalitos) ansiosos por recorrer el Perú :D

sábado, agosto 02, 2008

Chiuchín - Huancahuasi - Rapazmarca: 26 al 29 de Julio

Salida por Fiestas patrias organizada por Mario López. Mientras que el pueblo de Chiuchín queda en Huaura, Huancahuasi ya está en la provincia de Oyón, la cual limita por el este con la región Pasco.
El límite entre Huaura y Oyón lo marca el río Checras. En total los afluentes del río Huaura son:

Afluentes por la margen derecha:
Río Huancoy, Río Yarucaya.
Afluentes por la margen izquierda:
Río Pampahuay, Río Checras, Río Huananque
(fuente: Ministerio de Energía y Minas).

Esta vez la salida es narrada por Chenn, la guepardo.

El punto de reunión fué el parque a espaldas del cine Orrantia a las 8:30am del sábado 26. Lo malo fue que unos polícías de la municipalidad empezaron a hacer problemas aludiendo que estaba prohibido estacionarse allí, cuando ese parque ha sido paradero para excursiones y viajes durante ya bastante tiempo. Estuvieron fastidiando durante bastante rato (y seguramente queriendo obtener algo por fiestas patrias), hasta que por fin, recién a las nueve de la mañana, pudimos partir, pero no desde el mismo parque, sino en un paradero un poco más allá, en la Javier Prado.
En total éramos 21 personas, incluyendo una familia con dos niños y una niña.

Pasamos por:
11:00 am: Chancay. Aquí nos detuvimos a comer algo en una cafetería llamada Delfino. Un sitio muy bonito, pero también donde la comida cuesta casi el doble que en otros lugares.
11:50 am: partida.
1:00 pm: Huaura
1:50 pm: Sayán. Almuerzo.
En la plaza de Sayán hay una conocida dulcería llamada Lumbre, que existe desde 1904. Allí se pueden conseguir tejas, alfajores y los favoritos de mi dueña: guindones con Manjarblanco.
Sayán es un pueblo muy tranquilo, casi sin tráfico y con mucho sol. La plaza actual data del 18 de Julio (hace una semana).

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Nikolai, nuestro corresponsal para The Traveling Picture Show vino con nosotros :D

A las cuatro partíamos de Sayán (685 msnm). Tres horas después llegábamos a Chiuchín.
8:40 pm: Huancahuasi (3200 msnm). Como estaban arreglando el puente tuvimos que caminar un poquito hasta el hospedaje.

Es bonita la noche en esta época del año en Oyón, totalmente despejada (a Yelinn le recordaba a las noches a orillas del río Tambo hace exactamente tres años).

Domingo 27:

Nos despertamos a las siete y antes del desayuno y el grupo se dirigió a los baños termales de Huancahuasi, a un kilómetro de distancia del hospedaje. La entrada está a dos soles y permitía entrar nuevamente en la noche.

En Huancahuasi la gente cría aves de corral, burros, cerdos, cabras, vacas, ovejas y en especial caballos. Posiblemente es época de cría pues hay muchos potrillos, algunos aún tomando leche de sus madres, así como lechones y pequeños corderos.
Los caballos son alquilados para los visitantes.


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En lugar de ir a los baños termales, yo preferí ir a buscar el desayuno.


Los baños termales de Huancahuasi asemejan a una poza natural en la roca con una cascada de donde cae el agua caliente. El agua contiene cobalto, hierro y zinc y no es tan caliente como la de la calera en Huayllay. Después de estar casi una hora allí fuimos a desayunar al hospedaje.
De desayuno hay de todo, no sólo pan o leche: se podía pedir trucha, pollo, papas (generalmente fritas), galletas con queso, té de muña, café... También tenían gaseosas y agua mineral. La leche era leche sacada directamente de la vaca y también se podía pedir con café.


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Esta es la entrada a los baños de Huancahuasi. A la entrada encontramos a una señora que vendía té de muña.


Dos horas después partimos hacia Chiuchín. Un grupo prefirió ir caminando hasta Picoy, además de que caminando se aprecia mejor el paisaje. Hacía sol, pero también corría un viento muy frío.

En este lugar la muña y el capulí (o Golden Berry) crecen de forma silvestre. Para preparar té de muña sólo se debe arrancar unas ramitas y ponerlas a hervir, por eso es tan barato: en el hospedaje nos llenaban una botella de medio litro por cincuenta céntimos.

En el camino que va de Huancahuasi a Picoy hay una piscigranja donde paramos a tomar fotos.

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Yo seguía con hambre.

Al mediodía llegamos a Picoy. Una señora que en la plaza vendía agua de durazno, nos dijo que el nombre viene porque el pueblo está metido entre picos. Picoy está a la margen izquierda del río Checras, en Huaura.

De Huancahuasi a Picoy hay cinco kilómetros. De Picoy a Chiuchín hay ocho kilómetros, por eso una parte del trayecto la hicimos en la couster.

Llegamos a los baños termales de Chiuchín a eso de las dos de la tarde. Aquí las aguas contienen azufre y son muy calientes (o posiblemente las sentimos más calientes que las de Huancahuasi porque hacía calor afuera). Más parecidos a una piscina con una caída de agua, no tienen un aspecto tan bonito como los baños de Huancahuasi. La entrada también está a dos soles, pero pudimos convencer al cobrador que nos lo rebajara a un sol.
Alrededor de los baños hay sitios para hospedarse y hacer camping. Almorzamos en Chiuchín. Como en todas partes de la sierra, el plato de pachamanca contiene comida para dos personas. Lo mejor para pedir es la trucha, auque aquí es un poco más cara que en Huancahuasi.

Ya en la noche, y aprovechando las entradas de la mañana, volvimos a los baños de Huancahuasi. Temprano en la mañana y en la noche hay muy poca gente, por lo que los baños eran prácticamente para nuestro grupo :D


Lunes 28:

Después de desayunar (en realidad mucho después) partimos hacia el pueblo de Rapaz, a ocho kilómetros de Huancahuasi. Ya eran las diez de la mañana. Ocho kilómetros en realidad son pocos, especialmente si se camina por un camino afirmado. Un grupo prefirió quedarse en Huancahuasi e ir a los baños termales.

Hacía calor y calculamos que llegaríamos a Rapaz en dos horas, pero habíamos salido muy tarde (lo ideal hubiera sido a las ocho de la mañana). Íbamos siguiendo el cauce del río Checras. Aquí, entre Oyón y Huaura, no se nota que fuera la temporada seca, los cerros aún están verdes y el río baja con bastante caudal. POr estos meses, Huarochirí ya está desértico, así como las zonas más bajas de la región Lima.


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"Mmmnn... el Perené es más grande :) "

Ya era mediodía cuando quienes iban primero, mi dueña y Angela, avistaron las ruinas de Rapazmarca.
Un señor que cuidaba sus vacas dijo que aún quedaban como cuatro kilómetros para llegar a Rapaz. Dado que no se veía a Mario y no sabíamos si continuar, ellas decidieron ir a las ruinas, que estaban bajando la quebrada, cruzando un puente sobre el río y subiendo hacia el otro lado. La mamá de Angela se quedó cuidando las cosas.

Rapazmarca recuerda un poco a Rúpac, en Huaral, sólo que estas ruinas están peor conservadas. Las plantas las cubren, pero es fácil distinguirlas desde el camino. Después de un rato, Teresa y Carlos nos dieron el alcance.


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"I feel like Indiana Jones :D :D "


Aprovechamos para comer algo y esperar al resto del grupo, que aún estaban por la carretera. Desde aquí se pueden ver las paredes del cañón de Punguyo. Una vez que estuvo todo el grupo junto, y dado que ya se hacía tarde, se decidió ya no ir a Rapaz, cuyo atractivo reside en su iglesia colonial y no era seguro que estuviera abierta, sino al cañón, hasta donde nos alcanzara el tiempo.

Como nos comentara Mario, el problema de estas culturas antiguas es que siempre hubo más de una, vivían guerreando entre sí y si una conquistaba a otra, la cultura vencedora solía construir encima de la vencida. O si una clutura desaparecía, venía otra y se asentaba en el lugar. Esto ocurrió muchas veces, por ello, cuando se trata de culturas muy antiguas es muy difícil saber quienes fueron y cómo vivieron.


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Un último vistazo de Rapazmarca.


En el trayecto Mario nos explicó un poco de la flora de la región, él sabe diistinguir el tipo de flores que recién se encuentran por los 3500 msnm. Una flor típica de la sierra son los zapatitos, los cuales abundan también por Yauyos. Existe un árbol que atrapa la humedad en su corteza, permitiendo que otras plantas crezcan en él. Ya cerca al río hay helechos, y hay quien ha sembrado pequeñas rosas.

El cañón de Punguyo está bordeado por paredes de piedra caliza y por su interior el río forma una cascada. Su interior recuerda a los caminos llenos de plantas de la selva alta, o los que llevan a las cascadas de Bayoz y velo de la novia en Satipo. La diferencia está en que aquí hace frío.


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¡Es como estar en la selva!

Sueguimos ascendiendo por el cañón hasta que ya era hora de regresar, pues se hacía tarde. Ya en el camino hacia Huancahuasi nos encontramos con un poblador que dijo que, desde donde habíamos llegado dentro del cañón, faltaban cinco horas para llegar a Cerro de Pasco. También Mario comentó que ya habían acampado un poco más adentro. También nos contarn que por aquí hay zorros que suelen robarse las gallinas.

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Aquí se ve el cañón de Punguyo hasta donde alcanzamos llegar. Por esa dirección ya se llega a la región Pasco.

Estuvimos de regreso en los baños de Huancahuasi después de las cinco de la tarde. Al otro lado del camino, casi al frente, están los baños de Picoy, a los que no entramos, por considerar los de Huancahuasi inmekjorables. Aquí hay kioskos y puestos de comida, pero ya tan tarde la trucha ya se había acabado (en realidad mi dueña se comió la última).

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Esta es la entrada para los baños de Picoy.

Esa noche, por ser Fiestas Patrias, había fiesta en Huancahuasi. La banda del pueblo primero tocó cerca al hospedaje (hicieron mucha bulla) para puego ir a la plaza para seguir tocando toda la noche. Felizmente estaban demasiado lejos para molestar en el hospedaje. Ya más tarde se escucharon unos pocos fuegos artificiales.


Martes 29:

El grupo había acordado con Mario salir muy temprano y desayunar en Churín, pero en el hospedaje tuvieron comida preparada ya desde las seis de la mañana, por lo que una hora después toda la gente ya estaba desayunando. Algunos compraron muña para el camino.
Bajamos hasta el río, cruzamos el puente y abordamos nuestra couster. Partimos a las ocho de la mañana.

De regreso pasamos por Picoy, y Chiuchín. Antes de las diez ya dejábamos atrás el valle del río Checras para entrar al valle del río Huaura.


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Una foto de Picoy.

Ya por debajo de los 2800 msnm se puede ver cómo cambia el paisaje. Éste se vuelve desértico y caliente.

Aún no eran las diez cuando llegamos a Churín (2080 msnm), un pueblo con mucho movimiento y actividad comercial y turística. Cerca a la carretera y a la plaza es fácil encontrar tours que hacen visitas a los baños termales. Un grupo se quedó bañándose en los baños de la Mamahuarmi, mientras que otros preferimos ir a conocer Churín.
Hace calor y Churín está rodeado de cerros, por esta temporada, completamente pelados.

Se puede leer acerca de Churín y la leyenda de la Mamahuarmi en esta página.

Churín es casi como el equivalente de Chosica para Huaral. Al quedar justo en la carretera, es el sitio perfecto para comer algo o pasar la noche antes de seguir rumbo a otros lugares, o al regresar después de largos dís acampando. En el mercado se puede comprar miel de distintas variedades.

A las dos de la tade nos detuvimos en Sayán para almorzar. El pueblo se veía vacío, casi como aparece Lima la mañana de Navidad o Año Nuevo, un contraste tremendo con Churín. Fuimos a la dulcería por más guindones con manjarblanco pero ya no tenían nada. Era como si hubieran tomado la tienda por asalto llevándose todos los dulces y dejando la vitrina vacía vacía. Fué media hora después en que la señora preparó unos pocos alfajores.

Casi dos horas después abandonábamos Sayán. Tomamos desvío por Río Seco, siguiendo un camino polvoriento, entre chacras cuyas plantas alcanzaban fácilmente los dos metros de altura. Incluso vimos lo que parecía una garza, parada en la acequia. Fué la parte más calurosa del recorrido.

A las cinco ya estábamos en Chancay, a orillas del mar, donde ya hace frío y está todo nublado. Apenas dos horas después ya estábamos en el mismo punto de inicio, el paradero en la Javier Prado.

Las fotos de todo el viaje están aquí, incluyendo un mapa de Huaral y Oyón, y los planos de Sayán y Churín.


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